¡Sueldo alto o pega remota?

¿Te ha pasado? Estás en la micro, pegándote contra la ventana en hora punta, sudando más que lechuga en el sol de enero, y piensas: “¿Valdrá la pena esta pega con lucas altas si paso la mitad de mi vida viajando?”. O al revés: trabajas en pijama desde tu casa en Rancagua, pero cuando llega el fin de mes, la plata no te alcanza ni pa’ un completo con palta… ¡y te preguntas si aguantarías un par de años más de oficina pa’ comprarte ese depa en Ñuñoa!

Esta es la pega mental que tiene a medio Chile rascándose la cabeza en 2024. Y no es webeo: una encuesta viral que corrió más rápido que el rumor de que sube el pasaje del Metro, preguntó a los chilenos “¿Prefieres sueldo alto o home office?”. Y las respuestas… ¡uf! Dividieron a compatriotas más que la pregunta de si los porotos con riendas llevan o no zanahoria.

Acá no hay respuestas fomes ni datos técnicos aburridos. Hablamos con vecinos, tíos, amigos y hasta el dueño de la esquina pa’ entender qué chucha está pasando con nuestras prioridades laborales. Spoiler: Nadie quiere morir de hambre, pero tampoco vivir estresado como perro en año nuevo.

“Prefiero la pega remota pa’ no perderme el cumple de mi cabro chico”

La historia de Javiera, 28 años, community manager en La Florida:

“Antes trabajaba en una agencia en el paseo Ahumada. Ganaba bien, sí… pero salía de mi casa a las 6:30 AM y volvía a las 9 PM. Mi Benjamín, que tiene 3 años, me decía ‘mamá, ¿por qué siempre estai cansada?’. Un día me dio un ataque de llanto en el Metro. Ahora tengo una pega remota, gano un 15% menos, pero puedo almorzar con él, llevarlo al jardín y hasta hacer videollamadas con mi pololo sin que el jefe me espíe. ¿Que si extraño las lucas? A veces… pero prefiero ver crecer a mi hijo”.

Como Javiera, miles de jóvenes le están dando prioridad al “sueldo emocional”:

  • Tiempo pa’ ir al médico sin pedir permiso (¡sí, eso existe!).
  • Evitar el Metro en hora punta (¿has visto a alguien llorar en Línea 1? Somos varios).
  • Poder estudiar un técnico online (pa’ no quedarse pegados en el mismo sueldo por años).

“Con las lucas altas, ayudo a mi mamá y pago la U de mi hermano”

El relato de Pablo, 37 años, supervisor en una minera de Calama:

“Trabajo 14 días seguidos, duermo en campamento y solo hablo con mi familia por WhatsApp. ¿Es heavy? Caleta. Pero cuando veo que mi vieja ya no tiene que trabajar limpiando casas, y que mi hermano chico estudia ingeniería sin deudas, siento que vale la pena. Además, en mis días libres, me voy a la playa con mis cabros. El home office sería bacán… pero en mi rubro, no existe”.

Para muchos chilenos, el sueldo alto no es un capricho, sino una necesidad:

  • Pagar el arriendo (que sube más que el pan cada año).
  • Financiar tratamientos de salud (las isapres no se pagan solas, compadre).
  • Ayudar a la familia extendida (porque en Chile, nadie se salva solo).

La generación Z lo tiene claro: “No voy a vender mi vida por una pega”

Mientras los más viejos (los que nacieron cuando aún existía el “Sí”) priorizan la estabilidad, los zoomers chilensis le están dando vuelta la mano al sistema:

Felipe, 24 años, diseñador freelance en Valparaíso:

“Me ofrecieron un sueldo brígido en una empresa, pero tenía que estar de traje en la oficina de 9 a 6. ¡Ni cagando! Ahora trabajo desde un cowork en el Cerro Alegre, manejo mis horarios y hasta hago viajes workation (sí, eso es trabajar desde la playa con un pisco sour en la mano). ¿Gano menos? Quizás… pero tengo tiempo pa’ tocar en una banda y salir con mis amigos. Eso no me lo quita nadie”.

¿La moda? Las pegas híbridas que permiten ir a la oficina solo pa’ la junta semanal y el café con piernas (literal, porque todos llevan sus tazas de Starbucks).

El costo de vivir en Chile: ¿Cuánto es ‘sueldo alto’ realmente?

Aquí hay que ponerle ojo al chancho: Un sueldo alto en Santiago no es lo mismo que en Temuco. Según el INE, para vivir “tranqui” en la capital, necesitas al menos $1.200.000 líquidos si eres soltero… pero si tienes hijos, la cosa se complica.

Y ojo con los engaños:

  • “Sueldo competitivo”: A veces significa “te pagamos el mínimo, pero ponemos fruta en la oficina”.
  • “Home office full”: Puede traducirse en “nunca te desconectas y trabajas hasta los domingos”.

La salud mental: El tema que nadie quiere hablar en la pega

“Me echaron por decir que estaba con burnout”, confiesa Ana, 30 años, exejecutiva de ventas en Providencia. “En mi pega anterior, me exigían metas imposibles, y cuando pedí reducir mi jornada, me miraron como si hubiera dicho que Boric es de derecha”.

La realidad es cruda:

  • El 40% de los chilenos ha tenido ataques de ansiedad por su trabajo (y eso solo cuenta a los que lo admiten).
  • Las empresas con políticas “family friendly” siguen siendo como el mote con huesillo: dulces, pero escasas.

¿Cómo elegir sin arrepentirse? Tips de la tía que sabe

  1. Haz una lista “al lápiz pasta”: Anota qué necesitas HOY (¿lucas pa’ pagar el CAE? ¿Tiempo pa’ cuidar a tu guagua?).
  2. Pregunta en la entrevista: “¿Trabajaría los fines de semana?” o “¿Puedo llevar a mi hijo si se enferma?”. Si te ven feo, corre.
  3. Prueba el híbrido: Si te ofrecen 3 días en casa y 2 en la oficina, pide empezar así. Después negocia.

El futuro: ¿Seguirá Chile copiando modelos gringos o haremos nuestra propia pega?

Los expertos lo dicen: Chile necesita leyes laborales del siglo XXI. Países como España ya tienen derechos como lo de desconexión digital… ¿y acá? Seguimos rogando por una silla ergonómica.

Mientras tanto, la gente se las ingenia:

  • Pegas freelance pa’ ganar en dólares (y gastar en pesos).
  • Cooperativas laborales donde todos ganan lo mismo (sí, como en los 70, pero con Zoom).
  • Emprendimientos laterales: Vender queques por Instagram mientras trabajas en tu pega formal.

Y tú, ¿qué harías?

Imagínate este escenario:

  • Opción A: Ganar $2.500.000, pero trabajar en una oficina sin ventanas en Sanhattan, con un jefe que te escribe a las 10 PM.
  • Opción B: Ganar $1.800.000, trabajar desde tu casa en Puerto Montt, y salir a caminar al mar cuando se te pare el hocico.

¿Cuál eliges? No hay respuesta mala, solo consecuencias. Como dice el dicho: “Cada uno sabe dónde le aprieta el zapato”… o en este caso, dónde le pica la vocación.

Leave a Reply

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *